Breve historia de la China milenaria

von: Gregorio Doval Huecas

Nowtilus - Tombooktu, 2011

ISBN: 9788499670140 , 336 Seiten

Format: ePUB

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Breve historia de la China milenaria


 

Introducción: El marco geográfico chino


CHINA, UN MOSAICO GEO-CULTURAL


La actual República Popular China tiene una extensión de casi 9,6 millones de kilómetros cuadrados, lo que la convierte en el cuarto país más extenso en superficie terrestre del mundo (tras Rusia, Canadá y, por poco, Estados Unidos) y en la duodécima parte del mundo. Además, es el más poblado, con más de 1.300 millones de habitantes, lo que representa aproximadamente una quinta parte de toda la humanidad. Este inmenso y poblado territorio (algo menos extenso que Europa, pero mucho más poblado) alberga una gran variedad de ecosistemas y una gran diversidad étnica (conviven hasta 56 etnias diferentes, la más numerosa de las cuales es la han, que supone el 92% de la población) y climática. Como es lógico, esta variada y compleja geografía china jugó un papel crucial en el nacimiento, desarrollo y evolución de su milenaria cultura, en la que cabe ver una cierta continuidad desde, al menos, hace 4.000 años.

Comparando el mapa de la China actual con el del Imperio chino en el momento de mayor extensión de su historia, este comprendía más de una docena de espacios naturales claramente diferenciados y aún distinguibles. Entre ellos, en el norte, el Xinjiang o Turquestán chino [1, en el mapa], formado por la depresión del Tarim y las impresionantes cordilleras que lo rodean (Tian, Pamir y Kunlun). Por el norte y el noroeste se extienden las regiones esteparias de Mongolia [2] y Manchuria [3], está cerrada por el sudeste por cordilleras que interrumpen su comunicación con la Península de Corea. Al oeste y al noroeste de la Península de Shandong [4], de media montaña, se extiende la Llanura Septentrional [5], formada hoy por la provincia de Hebei [5], buena parte de la de Henan [5], el norte de la de Anhui [5] y el occidente de Shandong, además de los hoy distritos de Beijing [5’] y Tianjin [5”]. Esta llanura limita al noroeste con la abrupta meseta de Shanxi [6], mientras que por el oeste se extiende la depresión de Shaanxi [7], región que comprende el río Wei y la curva hacia el este del Amarillo, áreas donde se localizaron las capitales más importantes de las primeras dinastías, hasta el final del primer milenio a. C. Hacia el oeste y el noroeste se extiende el corredor Gansu [8] y la provincia de Ningxia [8’] al pie del macizo Qinghai [9], hasta la región de los oasis de la Ruta de la Seda oriental.

Las regiones del sur, el sudoeste y el sudeste, por su parte, no se distinguen solo por un clima mucho más suave, que llega a ser subtropical en el extremo meridional, sino también por sus características señas de identidad históricas y culturales, pues adoptaron los modos chinos relativamente tarde. La cuenca inferior del Yangtsé está limitada al sudeste por las montañosas regiones costeras de Jiangsu [10], Zhejiang [11] y Fujian [12]. La combinación de las estrechas franjas litorales y de los sistemas fluviales interiores de estas regiones ofreció la base necesaria para una gran diversidad socioeconómica e hizo que la importancia de esta región fuera en aumento, sobre todo a partir del primer milenio a. C., en especial el área que engloba las actuales provincias de Hubei [13], Hunan [14] y Jiangxi [15].

Hacia el oeste, más allá de las estrechas gargantas del río Yangtsé, en la provincia de Sichuán [16], se abre la llamada por el color de su suelo «cuenca roja», que limita al oeste con el Tíbet [17] y, en último extremo, con el Himalaya. Las aguas procedentes de las precipitaciones que caen sobre las cordilleras que forman la frontera chino-tibetana erosionan la montañosa Yunnan [18], situada al sudoeste, y la meseta de Guizhou [19], que se eleva al este, para fluir después hacia Guangxi [20] y Guangdong [21], frente a la que se sitúa la isla de Hainan [22], la más grande de la actual China.

Esta última zona, junto con el valle del río Wei (llamado «el País de los Desfiladeros») y la Llanura Central (Zhongyuan), regiones todas ellas que se benefician de las crecidas del río Amarillo en su curso medio y que hoy forman parte de las provincias de Henan [5], Hebei [5] y Shanxi [6], suelen considerarse la «cuna de la civilización china». Pero desde el primer milenio a. C., fueron apareciendo nuevos focos de civilización en otros lugares, por lo que la Llanura Central pasó a convertirse en el centro de poder y punto de arranque del proceso unificador chino.

Este inmenso y diverso territorio está determinado, sobre todo, por su difícil orografía. Las zonas montañosas de más de 2.000 m de altitud ocupan alrededor del 43% de la superficie terrestre china; las mesetas montañosas suponen otro 26% y las cuencas, muy accidentadas y situadas en su mayoría en las regiones áridas, cubren aproximadamente el 19% del territorio. Por tanto, tan solo el 12% de toda la superficie se puede calificar de llana.

En términos generales, los picos más altos de China se alzan en el oeste, coronando algunas de las cadenas montañosas más elevadas del mundo, donde nacen los principales ríos del país. Una de ellas, la cordillera del Himalaya, que separa los subcontinentes chino e indio, tiene su punto más elevado en la cumbre del Everest, «techo del mundo», con sus 8.848 m, situado en la frontera chino-nepalí. En su vertiente norte, se extiende la meseta tibetana (de un promedio de 4.000 m de altura), bordeada por las cordilleras Karakórum y Kunlun, que se subdividen en varias ramas según avanzan hacia el este desde la meseta de Pamir. Las ramas septentrionales de los montes Kunlun bordean la meseta tibetana y la cuenca de Qaidam, una región arenosa y muy pantanosa plagada de lagos salinos. La rama sur de los montes Kunlun divide la cuenca de los dos grandes ríos chinos, Huang He o Amarillo y Yangtsé.

Estas grandes cadenas montañosas del oeste chino han constituido siempre el principal obstáculo a la comunicación con el resto del mundo. El noroeste de China está ocupado por dos cuencas desérticas separadas por la cadena montañosa Tian: al sur, la cuenca del Tarim, la más grande del país, rica en carbón, petróleo y minerales y, al norte, la de Zungaria. Por último, la frontera con Mongolia está marcada por la cadena del Altai y por el Desierto de Gobi, que se extiende al norte de las montañas Qinling. El corredor de Gansu [8], al oeste del gran bucle que traza el curso del río Amarillo, fue uno de los principales ejes de comunicación con Asia central.

El centro de China es, en promedio, menos elevado que las regiones occidentales. En él el relieve está formado por montañas medianas, mesetas, colinas y depresiones, entre las que se pueden distinguir varios subconjuntos compartimentados. Al norte de la Gran Muralla se extiende la meseta de Mongolia [2], a una altitud media de 1.000 m y atravesada de este a oeste por las montañas Yin, de alrededor de 1.400 m de altitud. Al sur se encuentra la mayor meseta de sedimentos eólicos (loess) del mundo, con una superficie de 600.000 km2 (mayor que España). Al sur de las montañas Qinling se hallan las regiones densamente pobladas y altamente industrializadas de las llanuras del Yangtsé, así como, aguas arriba, la cuenca «roja» de Sichuán [16]. Secundaria a la Qinling, la cordillera de Nanling es la más meridional de todas las que atraviesan el país de este a oeste. En su vertiente sur, el clima tropical permite dos cosechas de arroz al año. En esa misma dirección se encuentra la cuenca del río Perla, el tercero en extensión del país y que desemboca formando un gran delta punteado hoy por las grandes urbes de Cantón, Hong Kong y Macao. Al oeste, la meseta de Yunnan-Guizhou [18-19] se eleva en dos grandes escalones, a 1.200 y 1.800 m sobre el nivel del mar, respectivamente, en dirección a las montañas que marcan la frontera oriental de la meseta tibetana. La parte sur de este conjunto se caracteriza por su gran altitud media y, en especial la provincia de Yunnan [18], con su topografía caliza y sus valles encajonados. Además de la media montaña del sudeste (Fujian [12]), las regiones costeras (más recortadas al sur que al norte) están formadas por llanuras y colinas bajas, aptas para la agricultura y con una alta densidad demográfica.

Dado ese contexto, China es desde la más remota antigüedad un país esencialmente agrícola, aunque muy condicionado por sus variaciones y contrastes climáticos, que van desde el subtropical del sur hasta el subártico del norte, pero siempre determinados por el monzón, responsable de una gran parte de la lluvia recibida por las diferentes regiones del país.

Estas variadas características geográficas han hecho siempre que este vasto territorio ofrezca una gran variedad de recursos naturales y, dada su riqueza, haya podido sustentar una densidad demográfica sin parangón en el mundo. Trigo, arroz, maíz, mijo, sorgo y soja, junto a algodón, cáñamo y plantas azucareras, son los principales productos de las inmensas y fértiles llanuras; cereales, té, cera y plantas medicinales provienen de las zonas montañosas, y en las praderas del oeste (Mongolia interior [2], Qinghai [9] y Tíbet [17]) se desarrolla gran parte de la ganadería china (bovina, lanar, caballar, camélida, etc.). Entre los productos agrícolas chinos sobresale, además, la seda salvaje, cuya producción se basa en los robles y las moreras de las montañas áridas de Shandong [4], donde también se desarrollan cultivos de cereales. Los bosques del nordeste y sudoeste proporcionan, por su parte, árboles madereros. El territorio chino ofrece también una abundante reserva de minerales, explotados intensamente desde la más lejana antigüedad de las primeras dinastías arcaicas.

Pero, con todo, la...